Miércoles Santo: Orad siempre, sin desfallecer. Lc 18,1

Paz y bien queridos hermanos. Hoy, Miércoles Santo, quiero hacer de este espacio de reflexión, un medio eficaz para invitarlos, de corazón, a orar. Quiero pedirles sinceramente que examinemos nuestras vidas desde la óptica cristiana; vivimos en medio de un mundo secularizado que cotidianamente nos propone una vida sin fe ya que esta resulta innecesaria en el marco de todo un engranaje pseudointelectualista, que separa las bases filosóficas y sociales de la razón y la religión de una manera tan polarizada como si no fuese posible una convivencia real entre ambas.  Estando de misión, junto con mi esposa, hemos podido ver la mirada expectante de tantas personas que tienen sed del agua viva que solo Cristo puede dar y, desde su realidad, abren su corazón a una voz que los llama a vivir en concordancia con el Evangelio y hacer de sus vidas una oblación al Señor, teniendo como norte, la plenitud de la vida cristiana en razón de la santidad, Nuestra vida, es, muchas veces, el único Evangelio que leerán algunos hermanos, por tanto, hemos de procurar vivir tan santamente, que ellos, al vernos, vean reflejado a Cristo; un cristiano, no puede andar por el mundo siendo tibio, debe tener el coraje que caracterizó a los santos, el celo que identificó a los profetas y la valentía de aquellos hombres y mujeres que dejando atrás toda comodidad o gloria humana, se entregan con ahínco al servicio de quién más lo necesite. Es por ello, hermanos míos, que debemos redoblar esfuerzos y el tiempo en la oración, porque como dice San Ignacio, al demonio no solo hay que soportarle sino vencerle, las tentaciones están a la vuelta del día, y si de verdad te esmeras en serle fiel a Dios, más presto te verás inmerso en medio de la tentación, que siendo artificio del demonio, solo busca hacerte retroceder en cuanto hayas avanzado en el camino de la virtud y de la perfección, pero es menester conocer que un corazón inclinado al bien, emplea todas las armas que tenga a su haber, para combatir la lucha espiritual, ya que el premio no será el reconocimiento o la gloria humana, sino la corona de santidad prometida a aquellos que trabajan en la salvación de las almas. Estamos en un tiempo propicio, no estamos de vacaciones, estamos en Semana Santa, y vivir conforme a la fe, es un acto que compromete la vida, el pensamiento y las acciones; un cristiano que no ora, corre el riesgo de perderse en doctrinas y filosofías que se hacen llamar modernas y que conducen ineludiblemente a un hedonismo cada vez más radical, y que gira en torno a la falsa filosofía del “tengo derecho a todo per se”, pero que a su vez, me hacen recordar las palabras de San Ignacio a San Francisco Javier: ¿de qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si pierde su alma? Vive de tal manera que le seas fiel y leal a Jesús, al punto de que, si te arrestaran por ser cristiano, tuvieran pruebas suficientes para condenarte. No lo niegues, no lo ignores, ora y dónale tu vida; recuerda que naciste para ser santo. Dr. Alonzo Álvarez Fraternitas Evangelii Gaudium