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Pero Dios demuestra su amor para con nosotros, en que, siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotr

San Pablo en la carta a los romanos hace consistir el amor de Dios en la donación indebida que Dios hace de si mismo por medio de su hijo Jesús, porque en esta entrega gratuita Dios mismo se reconcilia con la humanidad aun cuando los hombres deambulábamos como ovejas dispersas sin pastor.

1. Donación indebida El hombre por si mismo no puede alcanzar a Dios, “La imposibilidad es la puerta hacia lo sobrenatural. Sólo podemos golpear. Es otro el que abre.” la verticalidad le estaba, por así decirlo, “prohibida” era pues, necesario que alguien con capacidad para hacerlo, rompiese la distancia existente entre lo completamente otro trascendente y nosotros, de modo que el ser humano pudiera alcanzar a Dios. Simone Weil decía a propósito de esto:

“Hay quienes tratan de elevar su alma como quien se dedica a saltar continuamente, con la esperanza de que, a fuerza de saltar cada vez más alto, llegue el día en que alcance el cielo para no volver a caer» ... «pero si miramos largamente el cielo, Dios desciende y nos toma fácilmente. Como dice Esquilo: “Lo divino es ajeno al esfuerzo”

Hay pues en Dios una voluntad de romper esta distancia, de abrir la puerta hacia lo trascendente, en definitiva, de entrar en comunión con el Ser humano. Pero ¿Cómo podemos atrevernos a construir tal formulación?

La respuesta es sencilla, nosotros somos testigos de la revelación que Dios ha hecho de si mismo porque le conocemos, ciertamente de forma velada, pero le conocemos, por tanto, hemos de decir que Dios se nos “comunicó” en el doble sentido de la expresión, es decir, entró en dialogo con nosotros y se dio a nosotros.

Para que esta comunicación se diera, debe existir en Dios una voluntad primera o previa de comunicarse a si mismo, esta voluntad de auto-comunicación es el motor de toda la historia de la revelación por la que el ser humano se ha convertido en testigo de lo trascendente, descubriendo con asombro su nuevo papel en esta historia entre Dios y el hombre, el de testigo y depositario de la acción por la cual Dios se le comunica sin él buscarlo.

El asombro que provoca este primer momento en el ser humano lo lleva a la intelección del misterio y a la contemplación del mismo, que producen a su vez el deseo por entrar en dialogo con lo Trascendente. Esto es lo que llamamos revelación natural y que se encuentra en el principio de todas las religiones.

El autor de la carta a los hebreos constata esta revelación progresiva de Dios al ser humano cuando dice: “Dios, que muchas veces y de distintas maneras habló en otros tiempos a nuestros padres por medio de los profetas” (Hbr. 1,1)

Llegados a este punto podemos afirmar que la revelación dada por Dios al hombre comienza por la voluntad de “auto-comunicación” de Dios al ser humano como don gratuito de Dios al ser humano y en este sentido debemos entender el concepto de donación In-debida pues la revelación que Dios hace de si mismo es gratuita, libre de toda obligación, Dios no tenía el deber de comunicarse, aun así, se dio al hombre.

Es por esto que podemos afirmar que el hombre se encuentra con lo Otro trascendente que le sale al encuentro, como don de Dios que se revela dándose al hombre, su revelación es donación y por tanto la mejor forma de hablar de ella es como “auto-comunicación indebida de Dios”, es decir la revelación es la comunicación que Dios hace de si mismo gratuitamente al ser humano.

2. Comunicación La auto- comunicación de la que hemos hablado hasta este momento, debemos entenderla en un doble sentido: 2.1. Como el acto por el cual Dios se da a conocer al ser humano y por el cual se revela a si mismo. Es un acto comunicativo en el sentido tradicional, Dios habla y el ser humano (elegido por Dios como tu dialogante) que puede escucharlo (porque Dios le ha capacitado para escucharle, es decir le ha hecho capaz de recibir su Palabra), le responde. 2.2. Pero es un acto de dación, es decir Dios se da a si mismo al ser humano, porque la revelación rompe la distancia existente entre Dios y el hombre para que el hombre pueda acceder a Dios, que le ha salido al encuentro por medio de su Hijo, Palabra eterna (última y definitiva) que Dios pronuncio en favor de la humanidad. Lo que hace Dios es darse al hombre. San Agustín, en el sermón 334, comentaba: “el salmista no dice ¡Oh Dios, dame una herencia! En cambio, dice: Todo lo que puedes darme fuera de ti es vil. Sé tú mismo mi herencia. Tú eres lo que yo quiero… Esperar Dios de Dios, ser colmado de Dios por Dios. él te basta, fuera de él nada puede bastarte” Este es el mismo sentimiento que mueve a sanfrancisco cuando escribe en la carta a toda la Orden “Nada de vosotros retengáis para vosotros mismos a fin de que os reciba enteros el que enteramente se entrega pro vosotros” y a santa Clara para escribirle a Santa Inés de Praga “Ama totalmente a quien totalmente se entregó por tu amor”

La auto-comunicación indebida de Dios es como un motor que transforma al mundo, que revierte la historia del camino que llevaba a la perdición y la lanza en otra dirección, que damos en llamar “Reino de Dios” y para que esto fuera posible, la donación de Dios al hombre fue completa, se nos dio sin reservas en Cristo su hijo que “por nosotros los hombre y para nuestra salvación bajo del cielo y se encarnó por obra del Espíritu Santo en María la Virgen y se hizo y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Pocio Pilato, padeció y fue sepultado y descendió a los infernos y al tercer día resucitó de entre los muertos” 

Emmanuel Barrientos Arguedas

Coordinador Fraternitas EG


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