UNA CUARESMA PERMANENTE…
Nos encontramos viviendo el tiempo cuaresmal con la alegría y la esperanza de vivir pronto la Pascua de Nuestro Salvador, y en Él, la de todos nosotros. Bien conocemos las recomendaciones que la Iglesia nos hace para vivir este tiempo de desierto de la mejor manera, como son la oración, la meditación y la escucha atenta de la Palabra de Dios, la asistencia frecuente al Sacramento de la Reconciliación y la Eucaristía, la práctica del ayuno, la mortificación y la renuncia, y especialmente el ejercicio de la caridad a través de la práctica de las obras de misericordia. Solo una vez al año la Iglesia es insistente en estas recomendaciones, y lastimosamente, muchas veces pasamos por la Cuaresma sin haber hecho conciencia de la riqueza de este tiempo litúrgico. ¿Y por qué solo una vez al año? ¿Y por qué no decidir vivirla todo el año? Las prácticas cuaresmales son oportunidades maravillosas para encontrarnos con Dios, con nosotros mismos y con los demás. Son prácticas que nos permiten profundizar en los misterios de nuestra propia realidad observándolos desde la Cruz Redentora de Nuestro Señor Jesucristo. Nos llevan por senderos, a veces inexplorados de nuestra propia vida, que no somos capaces de descubrir mientras estamos inmersos en las voces y las carreras del día a día. Y si estas prácticas nos hacen tanto bien, ¿por qué solo las hacemos una vez al año? Sería interesante plantearse la posibilidad real de vivir una cuaresma permanente. Es decir, que todos los días del año procuremos tener un espacio dedicado a la oración, la contemplación y la lectura y meditación de la Palabra. Todos los días podemos ejercitar nuestra voluntad y templanza con algún sacrificio que podamos ofrecer por la conversión de las almas. Todos los días podemos, y no solo podemos, debemos, practicar la caridad a través de las obras de misericordia hacia nuestro prójimo. ¿Por qué esperar a la Cuaresma? ¿Por qué nos esperamos a llegar a este tiempo litúrgico para asistir al Sacramento de la Reconciliación?. Tanto la Eucaristía como la Reconciliación son sacramentos que debemos vivir de manera frecuente, y en el caso de la Eucaristía, bien podemos aumentar la frecuencia y no solo suscribirnos al Domingo. Pues bien, reconociendo todo el bien que las prácticas cuaresmales hacen a nuestra vida, les invitamos a vivir en Cuaresma de forma permanente.
Rossana Uparela Saad
Fraternitas Evangelii Gaudium
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