Testigos de amor
Algo está pasando en mi vida los últimos días que me tiene inquieta y me tiene algo lejos de Dios, no por esto dejo de orar, de ir a la Eucaristía o de sentirlo conmigo pero, alguna cosa pasa que hace que no me sienta como hace algunos meses, que sentía esa claridad de mis decisiones y actos que todos eran para Él.
No quiero que se alarmen, al contrario quiero que busquen conmigo las respuestas a mis inquietudes, por ejemplo: Romanos 8, 38 – 39 dice: “Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los gobernantes, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda creación, nos podrá separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús nuestro”.
Debería de ser suficiente saber eso para ya no sentirme mal, para no sentirme sola ni triste, ¿no creen? De repente, siento que estos días de cuaresma son los más apropiados para sentirse así, porque así uno puede repasar mejor lo que hizo Jesús por nosotros hace tantos tantos años atrás.
Ya que estoy segura que nadie en este momento haría por mí lo que ya un hombre, que se podría decir que no me conocía personalmente, que no sabía si yo iba a ser buena persona o mala, ya dio su vida por mí, Él vino, enseñó cómo amar, amó a los suyos y a los que le odiaban, les perdonó todas sus faltas y los amó sin dudar; en este momento, nadie haría eso por mí, por eso creo que este tiempo de cuaresma es el mejor de los tiempos para sentirnos solos, porque vamos escuchamos la Palabra de Dios en la Eucaristía y nos tiene un mensaje precioso de amor, nos acoge en su regazo y nos dice: ánimo que nada ni nadie los puede alejar del amor que yo les tengo, nadie los alejará de este acto de amor que ya yo hice por ti, hijo mío, yo te conozco desde antes de que nacieras.
(Me lo puedo imaginar hasta con una sonrisa de medio lado invitándome a sonreír yo también).
Claro está que nos cuesta dejar de sentir soledad, y que nos cuesta estar felices todo el tiempo, más cuando de verdad las cosas se nos están poniendo cuesta arriba, pero este consuelo que nos da la muerte y más aún la resurrección de nuestro Señor Jesús no tiene comparación con nada que nos da este mundo terrenal que sabemos que es sumamente pasajero y que en cualquier momento nos vamos a ir al cielo a gozar de la vida eterna y por tanto debemos estar en gracia para poder contemplar ese rostro precioso que un día, muchos años atrás pensó en mí y en ti para salvarnos y regalarnos el mejor de todos los amores, su amor eterno y real.
Por tanto, no se sientan solos como yo, les prometo que no me sentiré más sola, sino que pensaré en mi Padre que está aquí junto a mí contándome de nuevo la gran hazaña que hicieron para mí y por amor a mí.
Compartan con nosotros sus citas favoritas donde nos habla de que no estamos solos y nos da consuelo.
Alexandra Calvo
Fraternitas Evangelii Gaudium