Reflexión del santo evangelio según san Marcos (1,12-15).

Qué harás después de cuaresma? El evangelio de este primer domingo cuaresmal nos coloca delante de dos escenas: la brevísima descripción que hace San Marcos de los 40 días de Jesús en el desierto y a continuación el arresto del Bautista e inicio del ministerio evangelizador de Jesús. Las dos escenas y los tres acontecimientos son consecutivos, es decir, suceden una tras otra. Es significativo que Jesús salga al desierto, lugar tradicional para el encuentro con Dios, y ahí sea tentado por satanás porque así suele sucedernos a todos nosotros, la tentación se recrudece cuando buscamos servir fielmente a Dios y estar con Él, por eso el autor del Eclesiástico amonestaba diciendo: "Si te has decidido a servir al Señor, prepárate para la prueba. Conserva recto tu corazón y sé decidido” (Eclo. 2, 1-2) Jesús como hombre también fue tentado, pero su corazón estaba firmemente unido a su Padre y por ello salió victorioso de las pruebas que el tentador le ponía. Pero el proyecto del Reino de Dios para el que Jesús se estuvo preparando en el desierto no es un proyecto individual, por eso Jesús sale de su periodo en el desierto a anunciar que el Reino de Dios ya había llegado y que para formar parte de este proyecto que Dios nos regala, el hombre necesita volver a Dios, es decir “covertirse” y asumir este proyecto como el proyecto que da sentido a toda nuestra vida, es decir, “creer en el Evangelio”. Así después de sus 40 días, Jesús comenzó a llenar al mundo con la alegría del Evangelio, llamando al hombre para que vuelva a Dios y en Él encuentre un proyecto que de veras le dé sentido a la existencia, a veces vacía, del Ser humano, por eso es bueno preguntarse ¿Y yo qué voy a hacer después de la cuaresma? Emmanuel Barrientos Arguedas Coordinador Fraternitas EG Pidamos a Dios que nos conceda la gracia de seguirle fielmente. Omnipotente, eterno, justo y misericordioso Dios, danos a nosotros hacer por ti mismo lo que sabemos que tú quieres, y siempre querer lo que te place, para que, interiormente purificados, interiormente iluminados y abrasados por el fuego del Espíritu Santo, podamos seguir las huellas de tu amado Hijo, nuestro Señor Jesucristo, y por sola tu gracia llegar a ti, Altísimo, que, en Trinidad perfecta y en simple Unidad, vives y reinas y eres glorificado, Dios omnipotente, por todos los siglos de los siglos. Amén.