Cuaresma: Apártate de todo y quédate con Jesús.
Paz y bien, queridos hermanos. Hoy es un día especial, este Miércoles de Ceniza se marca el comienzo de un tiempo propicio para el encuentro personal con el Señor, para examinarnos a conciencia y preguntarnos ¿qué estoy haciendo cotidianamente para ser santo? ¿cuál es el motor que empuja mi vida? ¿hacia dónde quiero ir y a qué? La vida espiritual requiere de un empeño particular en los detalles, en esos pequeños gestos que pueden hacer de nuestra vida algo realmente significativo en la causa del Reino de Dios. Es aquí donde todos importamos, donde todos estamos llamados con la misma mirada amorosa a amar y servir, a purificar nuestras vidas y procurar de veras y con pleno convencimiento que la santidad ha de ser la meta primordial que mueva nuestras vidas. En esta cuaresma, hemos de poner todo nuestro empeño en ser verdaderos discípulos y auténticos hermanos los unos de los otros, donde dejemos de lado cualquier orgullo, resentimiento o disgusto y, tengamos una sola meta común: ser santos a toda costa. Puedo decir, hermanos míos, que el Señor ha querido que nosotros gocemos de su Reino y podamos contemplar con alegría la vivencia del Evangelio, de un Evangelio vivo, actual, que no nos pide imposibles ni nos llama a ser solo buenos, hemos sido llamados a ser santos: “Sed santos, porque yo, el Señor, vuestro Dios, soy santo” (cf. Lev 19,2); “Vosotros, pues, sed perfectos como es perfecto vuestro Padre Celestial” (cf. Mt 4, 48). El papa emérito, Benedicto XVI, expresó que “La santidad es el camino que nos lleva hacia el Señor. Ser santo no es nacer como una estatua de mármol ni tampoco nacer superman. Ser santo es simplemente participar de la santidad de Dios uniéndonos a Su Voluntad”; y la cuaresma, es, sin duda, un tiempo de gracia que nos ha de conducir con paso seguro en la perfección a la que hemos sido llamados, no una perfección libre de errores ni de pecados, sino una perfección llena de humildad, de constancia a pesar de las caídas y fortalecida con una obediencia permanente a la Voluntad de Dios y para poder discernir cuál es esa Voluntad se ha de poner empeño, más en las obras que en las palabras, tal como manifestara san Ignacio de Loyola. Ahora bien, en este camino cuaresmal que recién inicia, nos resulta necesario contar con ayuda espiritual, y este año, de manera muy especial, quiero invitarlos e invitarme, a vivir una cuaresma al estilo Franciscano, imitando con devoción aquellos actos del pobrecillo de Asís, que lo distinguieron por su fidelidad al Señor: 1- Lo más importante de la penitencia franciscana, no hay que olvidarlo, es crecer en el seguimiento y amor de Jesús. El corazón franciscano no es tanto un penitente cuanto un seguidor. Que en la Cuaresma de este año crezca nuestro deseo de seguir a Jesús. 2- Francisco nos enseña que el silencio y el ayuno se orientan a la contemplación, al ahondamiento de la fe. No son un fin, sino un medio para adentrarse en la realidad hermosa del Jesús que nos salva. 3- La Cuaresma franciscana ha de ser Cuaresma solidaria. No es tanto la Cuaresma de quien no come, sino la del que comparte. Vivir sencillamente para que otros, sencillamente, puedan vivir. 4- El ayuno cuaresmal ha de llevar a crear comunidad, a hacer más fuertes nuestros lazos creyentes y humanos. El ayuno franciscano no es una práctica ascética individual, sino una escuela de fe y de solidaridad comunitaria, fraterna. Vivamos esta Cuaresma con la ilusión de ser santos, con el anhelo de agradar a Dios, no por miedo de ir al infierno cuando muramos, sino por amor a su bondad y misericordia infinitas, amemos y sirvamos al Señor con todo nuestro ser, ofrezcámosle todo lo que somos y poseemos, recordando el principio franciscano que nos invita a vivir con lo mínimo necesario y no con lo máximo permitido. Déjate amar por Dios, y permítele que actúe en ti, que en esta Cuaresma que recién inicia, la sociedad te distinga como hombre de Dios, porque para eso has nacido: para ser santo. Que san Francisco de Asís, san Ignacio de Loyola y la Virgen María, nos ayuden en este camino que hoy iniciamos, un camino de fidelidad, un camino que nos aparte de todo y nos lleve a Jesús. Paz y bien. Dr. Alonzo Álvarez ن Fraternitas Evangelii Gaudium
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