Mirarán a quien traspasaron (Zac 12, 10)

Esquipulas es el Calvario Centroamericano, hacia aquel lugar santo vuelven sus ojos los habitantes de nuestros países, ante Él se asombrarán a muchos pueblos, los reyes cerrarán la boca, al ver algo inenarrable y contemplar algo inaudito. (Is 52, 15) Nuestros ojos se fijan en el prodigio de su piel oscura como signo indeleble de la solidaridad de Dios para con el excluido, con el oprimido. Cristo se ha hecho negro para que podamos ver en Él a todos los pueblos que han visto como los poderosos de turno les han arrebatado su dignidad, arrancándolos de sus tierras y rompiendo sus familias.

De modo que en la cruz de Cristo están presentes todos los pueblos de la tierra, pero en particular están aquellos en los que se renueva el prodigio de nuestra salvación de un modo más palpable. Estos pueblos a los que llamamos “pueblos crucificados” pues son continuamente entregados a una muerte injusta, siendo victimas inocentes, cargan sobre si las consecuencias de un sistema empecatado, en sus cruces diarias está muriendo continuamente Jesús, esta operando la salvación continuamente de la humanidad.

El verbo se ha hecho (Jn. 1, 14) , carne en Centroamérica, se ha hecho maíz con el que se nos formo a nosotros, según narran los abuelos. Cristo torturado por los militares en las guerras fratricidas del siglo pasado, Cristo que sale en guinda dejando su tierra su casa y sus milpas. Cristo que muere en la juventud lentamente asesinada por carteles inescrupulosos, o asesinado por los mareros.

Y María también es de nuestra tierra, su mirada resplandece velada entre las lagrimas de las mujeres que ven morir a sus hijos por la violencia, esta presente en los brazos fuertes de las mujeres que se levantan diariamente a rebuscarse el conque con sus propias manos. Santo Cristo de Esquipulas, hijo de María Santísima, hermano nuestro Ten piedad de nosotros y del mundo entero 

Emmanuel Barrientos Arguedas

Coordinador Fraternitas Evangelii Gaudium