Comentario del Santo Evangelio
Reflexión del Santo Evangelio según san Juan (1,35-42) Los discípulos oyeron sus palabras y siguieron a Jesús. Nosotros vivimos en un momento histórico particularmente complicado. Las diferentes formas de ver el mundo, muchas veces contrapuestas entre si, han hecho que la humanidad vaya dejando de lado el mensaje que la Iglesia quiere compartir con todos los hombres de todos los tiempos. De hecho, decir que se es católico, en ciertos ambientes, es una razón para se nos considere como simples o cavernícolas, hoy compartir la alegría del Evangelio se vuelve complicado. Pero el bautista hoy en el Evangelio que se nos presenta nos propone una clave: hablar con sinceridad, y desde el testimonio personal. Si queremos transmitir la Buena Nueva del Reino lo que tenemos que hacer es centrar el mensaje en Jesús, como hizo Juan el bautista que fijándose en Jesús que pasaba, dice: «Éste es el Cordero de Dios.». Él es el fundamento de todo ser y quehacer, nosotros solo somos un emisario que permite el encuentro con Jesús. Hay en el Evangelio otro dato realmente hermoso. El evangelista apunta un dato muy específico: “serían las cuatro de la tarde” El encuentro con Jesús quedó tan grabado en la memoria de los discípulos que inclusive podían decir la hora a la que ocurrió. ¿Cuándo fue tu encuentro con Cristo? ¿Qué recuerdas de ese día? ¿Puedes compartir con los demás eso que produjo en ti el encuentro con la persona de Jesús? Emmanuel Barrientos Arguedas Coordinador Feg Pidamos a Dios que, siguiendo el ejemplo del Bautista, podamos llevar a muchos al encuentro con Jesús. Nos lo conceda aquel que, conociéndonos, nos amó y amándonos, nos llamó; Jesús el hijo de María, Dios bendito por los siglos. Padre bondadoso: Tú nos conoces y nos llamas por nuestro nombre aun antes de que pudiéramos conocerte y amarte. Queremos oír y prestar atención a tu palabra para seguir a Jesús tu Hijo. Que él llegue a ser íntimo y familiar a nosotros, para que aprendamos de él a vivir para ti y para nuestros hermanos. Ayúdanos a vivir con él y en él, pues es nuestro Señor y Salvador por los siglos de los siglos.
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