Amarlo a Él…
- Dr. Alonzo Álvarez
- 22 nov 2017
- 2 Min. de lectura
Paz y bien, queridos hermanos.
Existen dos tipos de personas: las que aman a Cristo y todas las demás. Si lo analizamos de una manera muy sencilla, habríamos de decir: amo a Cristo ¡y ya!, problema arreglado, pero no, Cristo va mas allá. Y cuando digo mas allá, me refiero de forma radical, a ese plus ultra del que nos hablan los filósofos, sabiendo, desde luego, que Jesús no es una filosofía, es una realidad, un estilo de vida, Cristo es la perfección, es la santidad y amarlo es correr el riesgo de levantarse antes del amanecer para orar y ver que mientras otros duermen yo elijo ser un privilegiado al estar con Él quien siempre me espera con una sonrisa pues me ama y quiere estar conmigo.
Amar a Cristo no solo es ir a misa rutinariamente los domingos, es vivir esa misa con el alma, como si fuese la última, es creer en los milagros y qué mas milagro que el de la Eucaristía, el de poder contemplar cómo se establece ese vínculo directo entre el altar y el cielo, cuando de forma amorosamente milagrosa el pan se convierte en el cuerpo de Cristo y el vino en su preciosa sangre…
Amar a Cristo es hacer de mi vida oración, en otras palabras convertirme en oración y eso significa ser otros Cristos y estar dispuestos realmente a cumplir la voluntad de Dios, a dejarlo todo por Él; amarlo es seguirlo y vivir en santidad.
Además, ese amor nos hace ver como locos ante los ojos del mundo por navegar contra corriente sin nada más que con nuestra fe, esperanza y constancia en la oración, en la caridad, en las penitencias y en todo aquello que dé gloria a nuestro Dios.
Amar a Cristo es resucitar con Él, venciendo el pecado, es sufrir con Él en el hermano enfermo o triste, es tener la convicción cotidiana de amar y servir en pro de nuestra santificación y la salvación de las almas.
Dr. Alonzo Álvarez
Fraternitas Evangelii Gaudium

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