Piensa en un día como hoy

Piensa en un día como hoy, un día como cualquier otro, todos nuestros días son una sucesión de amaneceres, noches oscuras “cuando el que duerme bajo el signo del sueño prueba la muerte” son sucedidas por mañanas plenas de la luz amanecida, luz de un nuevo día. Nuestras vidas son sucesión de noches y días y en esa continuidad de horas, en la continuidad del tiempo, ha entrado Dios como luz que nos visita, Rey de los hombres, como amor que vigila siempre de noche. Dios nos visita sobre todo cuando la noche se cierne con toda su oscuridad sobre nosotros, cuando las fuerzas nos fallan y estamos tirados por tierra, vencidos y sin esperanza. Dios nos visita de noche, como a las vírgenes prudentes que esperan al esposo, como el servidor sensato que aguarda a su Señor que tarda, como los discípulos que hacen caso a su Señor que les recomienda “Velad y orad” De noche, en la oscuridad, Dios pronuncia su primera palabra: “Hágase la luz” (Gn. 1,3). De noche sacó Dios de Egipto a nuestros padres: "Noche de guardia fue ésta para Yahveh, para sacarlos de la tierra de Egipto" (Ex. 12, 42), de noche «Ha aparecido la bondad de Dios y su amor al hombre» (Tt 3,4). “pues un niño nos ha nacido” (Is. 9,6) al lado del camino, y ha sido puesto en un pesebre * porque no había sitio en la posada (Cf Lc. 2,7) (OfP sal XV) De noche resucitó el Señor y la muerte fue vencida para siempre “¡Qué noche tan dichosa! Sólo ella conoció el momento en que Cristo resucitó de entre los muertos. Ésta es la noche de la que estaba escrito: «Será la noche clara como el día, la noche iluminada por mí gozo.»” Dios nos visita cuando la noche se pronuncia con toda su oscuridad y en medio de la noche “El mismo Dios que dijo: Brille la luz en medio de las tinieblas, es el que se hizo luz en nuestros corazones, para que se irradie la gloria de Dios tal como brilla en el rostro de Cristo.” (2Co. 4, 6). Dios nos visita de noche para que amanezca su luz en nuestros corazones. Este es el día que amaneció para usted, uniendo su vida a la cadena formada por incontables eslabones, multitud de hermanos tuyos para los que ha amanecido el día de su día. Hoy es aquel día que amaneció para mí, para usted