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Orar por nuestros familiares difuntos

Estimados hermanos, en esta ocasión, quisiera variar un poco el guion regular con el que me he guiado en estas semanas pasadas – pero sin alejarme mucho – sobre algunas orientaciones sobre la espiritualidad de la familia, porque no puedo dejar de lado el contexto eclesial en el que se publicará este artículo: el día de los fieles difuntos. El contexto de estas humildes palabras – un poco más breves de lo usual – nacen de una hermosa frase dicha por san Agustín de Hipona que dice: "Una flor sobre su tumba se marchita, una lágrima sobre su recuerdo se evapora. Una oración por su alma, la recibe Dios." y qué más quisiéramos nosotros para nuestros seres queridos, que ya han partido, que una plegaria nuestra a su favor, llegue al seno del Señor y sea acogida con amor. También es importante que recordemos que el simple hecho de orar por los que ya han partido, es en sí una obra de Misericordia importantísima y que de hecho se remonta a los primeros tiempos del cristianismo, en donde ya se honraba su recuerdo y se ofrecían oraciones y sacrificios por ellos. Cuando nuestros familiares o en si cualquier persona muere ya no son capaces de hacer nada para ganar el cielo; sin embargo, nosotros sí podemos ofrecer nuestras obras para que el difunto alcance la salvación. Con las buenas obras y la oración se puede ayudar a cualquier persona y en este caso en especial a nuestros seres queridos a conseguir el perdón y la purificación de sus pecados para poder participar de la gloria de Dios. Y debido a las numerosas actividades de la vida diaria, las personas muchas veces no tienen tiempo ni de atender a los que viven con ellos, y es muy fácil que se olviden de lo provechoso que puede ser la oración por los fieles difuntos. Debido a esto, la Iglesia ha querido instituir un día, el 2 de noviembre, que se dedique especialmente a la oración por aquellas almas que han dejado la tierra y aún no llegan al cielo. Nuestra oración por nuestros seres queridos difuntos puede no solamente ayudarles, sino también hacer eficaz su intercesión a nuestro favor. Los que ya están en el cielo interceden por los que están en la tierra para que tengan la gracia de ser fieles a Dios y alcanzar la vida eterna; lo que podríamos conocer como comunión de los santos. Por otro lado, también como familia, es importante que nos unamos para recordar con amor todas aquellas enseñanzas positivas y alegres que nos dejaron nuestros familiares que han fallecido, esto no unirá más en su recuerdo y en el hecho de ver que nuestro ejemplo puede marcar a muchas generaciones de nuestro hogar. El día de hoy puede ser muy difícil para muchos que han perdido recientemente o no tanto a algún familiar suyo que amaba mucho y que ya no está a su lado, pueden agobiarnos sentimientos de tristeza, angustia y ansiedad provocados por esa ausencia física, dominada en ocasiones por preguntas inquisidoras respecto a la partida de su ser amado. Pero debemos ver con paz y serenidad este tránsito – inevitable para todos - y alojarnos en la esperanza que el mismo Cristo nos ha dado; quien verdaderamente murió, pero por el poder de Dios, ahora está vivo, resucitado a fin de ser primicia de todos los que duermen, y primogénito de los que pertenecen a la nueva creación. En el depositamos nuestra esperanza, de que nuestros familiares ahora descansan a su lado y por eso la necesidad de nuestra oraciones por ellos, para que pasen lo más pronto posible con Él y que gocen de la alabanza eterna. Quisiera cerrar esta corta meditación con un poema muy hermoso de san Agustín que compuso para nosotros que tenemos seres amados que ya han partido y que nos hemos entristecido por su ausencia: Por los que amamos... No llores si me amas... Si conocieras el don de Dios y lo que es el cielo... Si pudieras oír el cántico de los ángeles y verme en medio de ellos... Si por un instante pudieras contemplar como yo la belleza ante la cual las bellezas palidecen... Créeme. Cuando llegue el día que Dios ha fijado y conoce, y tu alma venga a este cielo en el que te ha precedido la mía... Ese día volverás a verme... Sentirás que te sigo amando, que te amé y encontrarás mi corazón con todas sus ternuras purificadas. Volverás a verme en transfiguración, en éxtasis, feliz... Ya no esperando la muerte, sino avanzando contigo, que te llevaré de la mano por los senderos nuevos de luz y de vida. Enjuga tu llanto y no llores si me Amas. Que en este día de los fieles difuntos, recordemos a nuestros familiares fallecidos con mucho amor, y elevemos una oración tierna y sincera de agradecimiento por su presencia y existencia en nuestras vidas, por el regalo que fueron para nosotros y porque pronto gocen eternamente de la presencia del Padre; y que si ya gozan de ella, que desde “allá” nos guíen por el camino del bien y que con su buen ejemplo, podamos en un futuro reunirnos todos al lado del Señor, rodeados de su amor. Marco Murillo Sánchez. Fraternidad Evangelii Gaudium


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