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Comentario al Santo Evangelio

Reflexión Semanal: del Santo Evangelio según san Mateo (21,33-43) San Juan de Ávila afirmaba con una inusitada fuerza que “Si nuestro señor regreso al cielo herido y llagado, ¿vamos a ir los siervos vestidos y bañados?”. El pasaje del Evangelio que la Iglesia nos propone para la contemplación esta semana me lo ha recordado. El dueño del campo que es el mundo plantó en él una viña, la llenó de cuidados. Poniendo una torre vigía, cavando un lagar y rodeándola con una cerca, dispuso todo cuanto podía para que aquella viña le rindiese fruto a su debido tiempo, pero los trabajadores de su viña se autoproclamaron dueños de lo que nos les pertenecía, dejando de servir a su Señor comenzaron a servirse a si mismos, los verdaderos trabajadores, emisarios de su Señor y dueño verdadero de la viña, les parecían, entonces, advenedizos que venían a quitarles lo sueño, aquello de lo que se habían apropiado, incluso el Hijo debía morir. Te propongo que hagamos dos reflexiones: 1. Ser siervos del Señor no apropiarnos de su viña. Ser siervos del Señor implica correr su misma suerte, como dice san Juan de Ávila o San Francisco de Asís “Consideremos todos los hermanos al buen pastor, que por salvar a sus ovejas sufrió la pasión de la cruz. Las ovejas del Señor le siguieron en la tribulación y la persecución, en la vergüenza y el hambre, en la enfermedad y la tentación, y en las demás cosas; y por esto recibieron del Señor la vida sempiterna”. O San Ignacio de Loyola: “que yo quiero y deseo y es mi determinación deliberada, sólo que sea vuestro mayor servicio y alabanza, de imitaros en pasar todas injurias y todo vituperio y toda pobreza”. Los falsos trabajadores terminan apropiándose de la viña que Dios les ha pedido cuidar, buscan los primeros puestos y ser reconocidos como grandes. Hermano, nosotros busquemos ser como Jesús. 2. No apropiarnos de nuestra viña: es interesante como la palabra viña y vida son tan parecidas, se diferencia tan solo por una letra. Nuestra vida es la viña que Dios nos ha pedido cuidar y cultivar para recibir de nosotros su fruto al tiempo debido. ¿Cómo recibimos a los mensajeros que Dios nos envía? ¿los rechazamos? Recordemos que la viña de nuestra vida no nos pertenece. Busquemos dar fruto para que como dice san Francisco “para que en ti seamos útiles a todos”. Emmanuel Barrientos Fraternitas Evangelii Gaudium Oremos Los que más se quieran afectar y señalar en todo servicio de su rey eterno y señor universal harán oblaciones de mayor estima y mayor momento diciendo Eterno Señor de todas las cosas, yo hago mi oblación, con vuestro favor y ayuda, delante vuestra infinita bondad, y delante vuestra Madre gloriosa, y de todos los santos y santas de la corte celestial, que yo quiero y deseo y es mi determinación deliberada -sólo que sea vuestro mayor servicio y alabanza- de imitaros en pasar toda injuria y todo ultraje y toda pobreza así real como espiritual. Quiera vuestra santísima majestad elegirme y aceptarme en tal vida y condición. Esta oración se hace dos veces al día, en la mañana al levantarse y en la noche una hora antes de comer o cenar. (Ejercicios Espirituales 97-99, San Ignacio de Loyola) 


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