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La familia y la oración

En esta ocasión hermanos, con mucha estima deseo compartir con ustedes un cuestionamiento que me he hecho ya hace algunos años; situación que ha formado parte de mi vida conyugal y que con esfuerzo y dedicación he querido aclarar para mi vida diaria y que puede ser de ayuda para la vida de todos aquellos, que conmigo comparten felizmente una vida familiar o de pareja, pero que a su vez, deseamos vivir de forma muy autentica y entregada nuestra fe cristiana, sin descuidar nuestra responsabilidades en el hogar: ¿Es acaso compatible una vida de observancia regular y diaria de la oración, dentro de la vida cotidiana del seno familiar? ¿Podemos llevar una vida “contemplativa-familiar” en nuestros hogares en estos tiempos”? Esta es una pregunta que puede parecer muy curiosa, ya que trata de unir dos estilos de vida al parecer muy distintos entre sí, debido a la vocación que los mueve. También podríamos creer que la vida estricta de oración, está destinada únicamente para los ministros ordenados de nuestra Iglesia o para aquellas personas que han optado por una vocación religiosa contemplativa, como la de los hermanos Cistercienses de la común o la estricta observancia llamados también Trapenses, Benedictinos, Cartujos, Camaldulenses, entre muchos más. Y bueno aunque no lo crean, no hay nada más alejado de la verdad que ese pensamiento. Si bien estas vocaciones y este estilo de vida –vida monacal contemplativa- exige una entrega total y completa a la oración y al trabajo diario, como modo de subsistencia (como lo dicta la Regla de San Benito: “Ora et labora”), nosotros podemos adaptar elementos de este hermoso modo de vida a nuestra vida diaria familiar. Casualmente, nuestro santo padre el Papa Francisco, unas semanas atrás, el pasado 23 de setiembre recibió en el Palacio Apostólico del Vaticano a representantes de la Orden Cisterciense de la Estricta Observancia (Trapenses) con motivo de su Capítulo General, y en ese momento destacó los tres elementos que caracterizan su vocación y que pueden ser trasladados al conjunto de la comunidad cristiana y que a su vez que podemos también asumir desde el interior de nuestra familia: “oración frecuente, sobriedad de vida y unidad en la caridad”. En este momento nos enfocaremos en la “Oración Frecuente”. La oración frecuente que caracteriza la vida contemplativa de los cistercienses, dijo nuestro querido Papa Francisco: es “la expresión de su amor a Dios, reflejo del amor que abraza a toda la humanidad” Nuestro santo padre en su discurso también destacó que “ser contemplativos exige un camino de fidelidad y perseverancia para convertirse en hombres y mujeres de oración, siempre llenos de amor por el Señor y transformándose en amigos suyos… No se trata de ser “profesionales”, en sentido negativo, de la oración, sino en personas enamoradas de la oración, considerando la fidelidad exterior a la práctica y a la norma que regulan y marcan los momentos de oración no como un fin, sino como un medio para prodigarse en la relación personal con Dios. De esa manera, os convertís en maestros y testimonios que le ofrecen a Él el sacrificio de la alegría e interceden por las necesidades y la salvación del pueblo”. ¿Y todo esto es posible adaptarlo y vivirlo en nuestros matrimonios y en nuestras familias? Sí, claro que sí. ¿Pero con que tiempo dirían algunos? Si nos agobian los quehaceres del hogar, el trabajo, el estudio, las tareas, las horas de descanso y esparcimiento familiar. Si se quiere, se puede, dice un dicho. Hace unas semanas ha circulado una publicidad de la Caja Costarricense del Seguro Social, respecto al sedentarismo y a que ponemos de excusa la falta de tiempo de la familia para ejercitarse; y ¿si aplicamos este mismo concepto y contexto pero a la vida de oración familiar? ¿Qué nos impide sacar tiempo para profundizar en la oración? ¿Qué nos aleja de la invitación de orar en todo momento a la que el mismo Señor nos alienta (cf. Lc 18,1) y que el apóstol Pablo nos vuelve a recordar de hacerlo en todo momento y por todo (cf. 1Tes 5, 17-18)? Es vital que como familia cristiana saquemos el tiempo para robustecer nuestra vida de oración. Sin importar los apuros y “carreras” del día a día, debemos proponernos aumentar los tiempos que pasamos en comunicación con Dios; ya que a como decía San Alfonso María de Ligorio: “La oración es el medio necesario y seguro para conseguir la salvación y para obtener todas las gracias necesarias para conseguirla”. De todo esto es que, de forma personal, podría formular 2 simples ideas (aunque no son las únicas, ya que se pueden llevar a cabo muchas más) que puestas en práctica y que al menos a mi persona me han ayudado, de forma particular, a vivir una vida de oración contemplativa en la vida familiar: El oficio divino (Liturgia de las horas) dentro de la jornada familiar Cuando se nos viene a la mente la observancia del tiempo, por medio de la Liturgia de la Horas, volvemos a lo anteriormente mencionado de la vida monacal, y puede que pensemos que dentro de nuestro itinerario diario, es imposible acoplarse el ritmo de las horas litúrgicas, pero con esfuerzo y disposición es posible. Podemos levantarnos un poco más temprano – con 30 minutos nos bastaría – de la hora regular para ir a trabajar o para empezar los oficios domésticos, para unirnos a la Iglesia Universal en el rezo de los Laudes. Al almuerzo nos podemos encomendar al Señor con las oraciones de la hora Sexta. A media mañana y en la tarde en la “hora de café” podemos darle gracias a Dios antes de la merienda con aunque sea el Himno y un salmo (por razones del tiempo disponible en los trabajos) de Tercia y Nona respectivamente, al finalizar la jornada cuando llegamos al hogar podemos reunimos en familia, antes de cenar, podemos hacer todos junto el rezo de Vísperas, y antes de descansar y conciliar el sueño le damos gracias a Dios por todo el día con las Completas. Y aunque nos parezca agotador o tedioso y hasta difícil de recordar, podemos utilizar la tecnología a nuestro favor, ya que en los teléfonos modernos, existen infinidad de aplicaciones que nos podrían facilitar los recordatorios y hasta el salterio de rezos completo. Lectura Orante de la Palabra de Dios (Lectio Divina) en familia También es una herramienta importante para mantenernos como familia en oración. Cuanto tiempo apartamos de nuestro día para ver televisión o escuchar música, sabiendo que ese tiempo podemos invertirlo, en al menos 20 min, como mínimo en la contemplación de la Palabra de Dios; y una vez más la tecnología puede ser nuestra aliada, ya que existen sitios en internet donde podemos encontrar la meditación del evangelio diario e igualmente hay infinidad de aplicaciones que nos pueden ayudar con esta tarea. Definitivamente estas prácticas ayudan significativamente a las familias y a la sociedad, ya que si como familia cristiana nos refugiamos en la permanente e incansable oración, muchas dificultades y retos que nos trae el mundo moderno, también serán superados y vencidos con mayor facilidad. Bien lo dijo el Santo Cura de Ars, en su sermón sobre la oración: “Todos los males que nos agobian en la tierra vienen precisamente de que no oramos o lo hacemos mal” Me despido recordándoles un breve y ciertísimo dicho que proclámanos en nuestra tradición religiosa popular, que fue acuñado por el P. Patrick Peyton, fundador del Apostolado del Rosario en Familia y que espero que utilicen como lema de familia: “Familia que reza unida, permanece unidad” Marco Murillo Sánchez. Fraternidad Evangelii Gaudium 


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