El silencio en la oración: don y gracia de DiosLa
Paz y bien, queridos hermanos. La oración es un don y gracia de Dios, nuestro Señor; es un encuentro cara a cara con Aquel que dio su vida por nosotros en el madero de la cruz y, el silencio que ha de venir como fruto del dulce consuelo de los amantes (Dios y su creatura) que se encuentran embebidos por la fragancia armoniosa de su diálogo amoroso.
En la oración no es solo necesario el coloquio con el Señor, es también muy loable y menester, el saber callar para así escuchar las palabras del Amado que nos habla a lo interno del alma, esa alma que pertenece por completo a Cristo, nuestro amado Señor. En ese silencio podremos encontrar la respuesta a nuestras interrogantes y la guía perfecta para conducir nuestras vidas por el camino único de la perfección y la santidad.
El ánima inquieta siempre tiende a querer abarcar con muchas palabras el tiempo que se dedica a la oración y en esto se ha de tener particular cuidado para no caer en la tentación de querer sentirnos ya muy avanzados en el camino espiritual y en la santidad a la que se nos llama. El hombre de oración debe presentarse ante el Señor con completa humildad y disposición para discernir y acatar la voluntad venida de lo alto, para ello, hay que disponer muy bien los oídos y el alma porque Dios, nuestro amado, nos habla claro en el silencio y, al hacerlo, nos ofrece abrazar junto a Él, el árbol de la cruz. No hemos de temer ir a ese encuentro, pues, la perfección no se halla en el mucho hablar sino en el mucho cumplir la voluntad del Señor. Así que calla, cierra tus ojos y escucha, que el mismo Cristo te habla y te invita a seguirlo y a amarlo hasta que duela. Paz y bien. Dr. Alonzo Álvarez
Fraternidad Evangelii Gaudium
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