Comentario del Santo Evangelio

El evangelio de este domingo llamado la “confesión mesiánica de Pedro” y en el que sustenta en gran parte el “primado petrino” podría efectivamente, motivar una reflexión sobre la importancia de la figura de Pedro y de sus sucesores para la vida de la Iglesia, sin embrago yo quisiera invitarles a hacer una reflexión desde otra perspectiva. Jesús hace dos preguntas a sus discípulos: «¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?» «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?», las dos obtienen respuestas diferentes. Para la gente promedio Jesús era uno más en la lista interminable de grandes personas que habían traído al pueblo una esperanza que más de alguna vez parecía desvanecerse frente a las realidades adversas de la historia, en efecto la gente pensaba de Jesús «Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas.» un gran profeta que renueve la esperanza cada vez más débil en el corazón del creyente. Puede que nosotros conozcamos a gente que piense así aun hoy, claro ya no dirán que Jesús es un profeta pero si un maestro de luz, entre tantos otros. Cuando se tiene esa idea de Jesús, su mensaje pierda la fuerza que le es propia, ya no es un evangelio capaz de cambiar la vida de quien lo recibe, es una nueva fórmula que promete cierto grado de felicidad, pero nada más. En contraposición a la respuesta de quien no conoce de verdad a Jesús esta la respuesta de Pedro, que representa a quienes se dejan llevar por la acción de Dios y reconocen en Jesús al verdadero centro de la propia existencia, al Hijo de Dios vivo la invitación del Evangelio es esta, dar el paso de la gente que apenas puede decir algo de Jesús porque lo conoce de oídas, a ser personas que se dejan llevar por la sorprendente acción de Dios, que reconocen la verdad de Jesús. Emmanuel Barrientos A. Coordinador de la Fraternidad EG Pidamos a Dios poder reconocer a Jesús como centro de nuestra existencia. (un momento de silencio) Dios bueno, Padre de todos Tú has querido que el camino para llegar a ti Fuera tu Hijo, Jesús, nuestro hermano; Concédenos la gracia de reconocerle como el centro De nuestras vidas, para no poner nuestras esperanzas En realidades temporales que no pueden saciar nuestra Sed de ti, Dios padre y amigo del Hombre Fuente de agua viva y verdadera vida del hombre. Por los siglos de los siglos. Amén