Comentario del Santo Evangelio
Del santo evangelio según san Mateo (13,44-52): El reino de los cielos… Un tesoro escondido, una perla de gran valor, la escogencia de lo bueno por encima de lo malo, la separación de lo nuevo y lo antiguo… El reino de los cielos lo vale todo, todo riesgo y todo sacrificio, el desprendimiento de aquello que nos aferra a lo que fuimos o somos, las carencias, los apegos desordenados, abolir la absurda idea de una felicidad basada en lo que vemos o palpamos. Y si ya sabemos qué es el reino de los cielos, el paso ahora es preguntarnos: ¿Cómo puedo obtener yo ese cielo? ¿Con mis debilidades y situaciones cotidianas, si podré caminar hacia el? La respuesta es inusual y retadora, pero al mismo tiempo simple: Vivir cada día en presencia del Espíritu Santo, tratando de actuar como Jesús y sus santos lo han hecho… Ese es el camino directo al reino de los cielos ¿Pero cómo lo logramos? Existe una ruta sencilla, que a nuestro parecer sería la siguiente: 1.Hacernos conscientes de todo aquello que nos quita la paz, nos obsesiona o con lo que generamos daños físicos o emocionales a quienes nos rodean: una mala palabra, las rabias cotidianas, infidelidad, pensamientos obsesivos, impaciencia, gula, sexualidad desordenada, en fin, sea lo que sea que nos quite la paz, debe ser identificado. 2.Elaborar un plan cotidiano que me permita alejarme de ese hábito desordenado, si no puedo hacerlo sólo, buscar la ayuda o consejo de un amigo de confianza, que haya trabajado más que nosotros su espiritualidad, puede ser un sacerdote, líder de comunidad, en fin, alguien que de verdad me acerque a Dios y sea coherente entre sus actos, sus palabras y sus pensamientos. 3.Poner en marcha dicho plan… La manera más sencilla es ir dejando “nuestra maldad o hábito desordenado”, pasito a pasito, trabajando el hoy: Hoy como menos, hoy ayudo un poco más, hoy comparto de lo que tengo y no de lo que me sobra, hoy oro más, hoy me ocupo en trabajar por el reino de Dios sin afanarme por el mañana, etc., cada quien tendrá su propio reto y su propia cruz. 4.Dar el sí completo a Dios y a su reino: Esto sucederá cuando nosotros queramos, pues Dios nos invita pero no nos obliga, el respeta nuestra libertad y nuestra voluntad. Luego de vencer “nuestra maldad o mal hábito” tendremos el carácter y la valentía para dar el paso mayor… Nuestra ruta, sin importar cuán difícil sea el obstáculo o la caída, ha de ser: Caminar hacia el reino de Dios, el Espíritu santo seguro ganará la batalla por nosotros. NO PERDAMOS DE VISTA EL PROPÓSITO. Como decía San Pablo: "cuando nuestro hombre exterior se va desmoronando, nuestro hombre interior se va renovando de día en día" (2 Corintios 4,16); mejor dicho, cada falta, cada pecado, cada caída, de la índole que sea, serán nuestro camino a la salvación, siempre y cuando, vayamos de cara a Cristo y con la presencia de su Espíritu. Renovemos nuestra fe, comenzamos de nuevo y creamos fielmente en el amor y la misericordia de Dios, los cuales son inagotables. “Hay una forma de vivir que hace que el paso del tiempo sea un enriquecimiento cada vez mayor, un camino hacia una vida cada vez más plena, un itinerario hacia una juventud cada vez más llena de vitalidad interior. Para un árbol, para un vino, para una perla preciosa, el paso del tiempo no es un dramático desgaste o debilitamiento; al contrario, es una maduración que los va mejorando, los va enriqueciendo, los va fortaleciendo. Lo mismo sucede con el espíritu humano”, y es por ello, que nuestro día a día, es en sí mismo, el camino al reino de los cielos. Claudia Cordoba Hermana de la Comunidad Fraternitas EG Colombia
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