SALIR Y SEMBRAR

A nadie se le ocurrirá sembrar una huerta en la sala de su casa, para sembrar es necesario salir y buscar la tierra donde sembrar, bien el fragmento del evangelio que la Iglesia nos propone para contemplar inicia contándonos una serie de salidas de Jesús. Él sale de su casa a la orilla del lago junto donde se sentó para compartir con la gente la Buena Noticia del Reino de Dios; esa salida nace del corazón de aquellos que buscamos comunicar la alegría del Evangelio, pero hay una segunda salida cuando se comienza a compartir la alegre noticia del Reino Nuevo y es la que el mismo anuncio comporta, no basta por tanto, con salir de la nuestra casa, es decir, de nuestras comodidades, de nuestra zona de confort, hay que estar en constante salida, la constante salida de los buscan nuevos horizontes, de los que suben a la barca para hacer que el mensaje llegue a más personas siempre más allá, llegando a los límites, a la frontera de la historia. Y sembrar, porque es cierto, Cristo es el sembrador, pero él continúa sembrando el Evangelio por medio nuestro, nosotros somos los nuevos sembrados, nuestro campo de labranza es el mundo, el lugar donde Dios nos colocó para llevar su Buena Noticia y no importa si la tierra es buena o mala, poco profunda o llena de abrojos, igual que Jesús dejemos caer la semilla del Reino cada quien dará fruto “unos, ciento; otros, sesenta; otros, treinta.” Emmanuel Barrientos Coordinador FEG En nuestra oración pongámonos a disposición de Jesús y su proyecto que es el Reino: Toma Señor, y recibe toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento, y toda mi voluntad. todo lo que soy, todo lo que poseo. Tú me lo diste; a tí, Señor, lo torno. Todo es Tuyo. Dispón de mi según Tu voluntad. Dame tu amor y gracia, que eso me baste. San Ignacio de Loyola