SOLEMNIDAD DEL CORPUS CHRISTI

Del santo evangelio según san Juan (6,51-58) Dios me sabe a Pan Uno de los textos más impactantes de San Francisco de Asís es el momento en el que, en la carta a toda la Orden, el Santo de Asís trata de poner por escrito lo que el corazón no atina a decir: “¡Tiemble el hombre entero, que se estremezca el mundo entero, y que el cielo exulte, cuando sobre el altar, en las manos del sacerdote, está Cristo, el Hijo del Dios vivo! ¡Oh admirable celsitud y asombrosa condescendencia! ¡Oh humildad sublime! ¡Oh sublimidad humilde, pues el Señor del universo, Dios e Hijo de Dios, de tal manera se humilla, que por nuestra salvación se esconde bajo una pequeña forma de pan! Ved, hermanos, la humildad de Dios y derramad ante él vuestros corazones; humillaos también vosotros para que seáis ensalzados por él.” (CatO 26-29) Nosotros al contemplar el misterio profundo del Dios que se nos ha hecho pan, también quedamos sobrepasados por el misterio que se nos da, o más bien deberíamos. La triste verdad es que para muchos de nosotros la Eucaristía se nos ha vuelto una rutina, algo que hacer los domingos, se nos escapa el regalo de infinita ternura que es poder tener a Dios tan íntimamente presente. Jesús nos ha dicho que su carne es verdadera comida y su sangre verdadera bebida. Lo que necesitamos para vivir (nuestra comida), es la vida de Jesús (su cuerpo y su sangre) de modo que vida y Eucaristía son en realidad una única cosa, la vida del cristiano es una continua Eucaristía (no la malgastemos convirtiéndola en sacrificio a ídolos falsos), la Eucaristía que celebramos alienta la Eucaristía que vivimos decía San Juan Crisostomo, hace ya diecisiete siglos: “¿Deseas honrar el cuerpo de Cristo? No lo desprecies, pues, cuando lo contemples desnudo en los pobres, ni lo honres aquí, en el templo, con lienzos de seda, si al salir lo abandonas en su frío y desnudez.” Si la Eucaristía es un anticipo del cielo, vivamos nuestra vida eucarísticamente, adelantando el Reino de Dios, así toda nuestra vida será un anticipo del Cielo. Emmanuel Barrientos Coordinador Fraternitas EG Oremos para que Dios nos de la gracia de convertir toda nuestra vida en Eucaristía. Mis manos, esas manos y Tus manos hacemos este Gesto, Compartida la mesa y el destino, como hermanos. Las vidas en Tu muerte y en Tu vida. Unidos en el pan los muchos granos, Iremos aprendiendo a ser la unida Ciudad de Dios, Ciudad de los humanos. Comiéndote sabremos ser comida. El vino de sus venas nos provoca. El pan que ellos no tienen nos convoca A ser Contigo el pan de cada día. Llamados por la luz de Tu memoria, Marchamos hacia el Reino haciendo Historia, Fraterna y subversiva Eucaristía. (Mons. Pedro Casaldáliga)